
Debo reconocer que estoy un poco harto de Zaha Hadid, desde que ganó el premio Pritzker la veo hasta en la sopa, ya no solo por su proyectos arquitectónicos sino hasta en los zapatos y sandalias que ha diseñado bajo encargo.
Sin embargo, más allá de mi descontento por la explotación que ha hecho de su éxito, muy bien merecido por cierto, tengo que reconerle su capacidad, y los buenos proyectos, que casi como una norma, realiza desde hace ya varios años.
Este es uno de ellos, uno de tantos que llaman la atención por el buen tino demostrado en la solución de la propuesta solicitada. Se trata de la ‘Dubai Opera House’, un proyecto enorme que además incluye un Centro Cultural.

Sin embargo, más allá de mi descontento por la explotación que ha hecho de su éxito, muy bien merecido por cierto, tengo que reconerle su capacidad, y los buenos proyectos, que casi como una norma, realiza desde hace ya varios años.
Este es uno de ellos, uno de tantos que llaman la atención por el buen tino demostrado en la solución de la propuesta solicitada. Se trata de la ‘Dubai Opera House’, un proyecto enorme que además incluye un Centro Cultural.

Lo que me ha gustado de este proyecto es el concepto elegido para su ejecución: las dunas. La reinterpretación de un elemento que forma parte de la cultura del desierto da pie a una propuesta espectacular pero sumamente respetuosa del entorno, y bien integrada al contexto contruído, natural, cultural y por supuesto turístico, algo que es de agradecerse en esta época en la espectacularidad por la espectacularida se ha vuelto un recurso muy socorrido para lograr que el mundo voltee la vista hacia un proyecto.
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