Está lloviendo, son las siete,
y yo mojándome como árbol.
Mi nariz es un desagüe.
Y juego al baterista
con mi zapato derecho
en un charco.
Ya pasa de las siete y tú no llegas.
Mis ojos recorren la calle
buscándote
a ver si ahí vienes.
Pero no veo nada
ni siquiera una luciérnaga de octubre.
Ya el poste que está a mi lado
me mira con curiosidad
y tú
como siempre tarde
pinche camión.
Óscar Herrera
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